¿Por qué es necesario pensar en la poesía hoy en día?


Yves Bonnefoy (Tours, 1923) lleva toda su vida entregado a esa «forma particular de cuestionamiento del mundo y de la existencia» que llamamos poesía. Y es que la poesía es, según el crítico y pensador francés, «el acercamiento más directo con la verdad de la vida». Una verdad que Bonnefoy, a sus 91 años, despliega sin matices a través del profundo azul de sus intensos ojos, tan lúcido que parece que escucharas uno de sus versos. El año pasado, el considerado como el poeta francés más importante del siglo XX recibió, por fin, el reconocimiento de tantos años de carrera y dedicación en el marco de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, donde fue galardonado con el premio de Literatura en Lenguas Romances. A su paso por Madrid para dar un recital poético en la Casa de América, Yves Bonnefoy recibió a ABC sin prisas ni atajos, con la humildad solo propia de quien se sabe maestro.

-¿Por qué es necesario pensar en la poesía hoy en día?
-Siempre fue necesario pensar en la poesía, porque es la única manera de entender por qué y cómo los seres humanos viven juntos. Nos ayuda a comprender cómo funciona la organización social en su relación con la realidad.
 
-¿La sociedad actual pone el acento sobre la poesía como necesidad?
-Hoy más que nunca es necesario relacionarse con la naturaleza. El discurso de la ciencia, que generaliza y se refiere a objetos abstractos, descompone y desmoraliza al ser humano. No puede decirse que la poesía pueda evitar que desaparezca el mundo, pero si desapareciera la poesía seguramente el mundo desaparecería también.

-Parece que ahora, con todo lo que nos concierne, solo existimos en la superficie de las cosas.
-El discurso conceptual contemporáneo nos hace vivir en la superficie de las cosas, pero la poesía no está amenazada. El yo poético nos lleva a la profundidad del mundo, que no olvida la finitud, que somos mortales, que vivimos en el tiempo. La experiencia poética debe ser personal y puede ser producida en el individuo. Esos individuos pueden ayudar a la sociedad a renovarse.
 
-A nivel cotidiano, ¿cómo se puede percibir la acción de la poesía?
-En la vida cotidiana nos encontramos en el umbral de la experiencia poética en los sentimientos. Eso nos lleva a percibir la realidad del tiempo, que es la categoría fundamental de nuestro ser.
 
-¿Qué papel desempeñan las lenguas en nuestra sociedad?
-La lengua nos recuerda que existen las palabras, que se refieren directamente a las cosas, contrariamente a lo que hace el discurso, que solo habla de nociones, ideas, leyes. La palabra nos remite a la imagen y nos pone en contacto con lo fundamental: la naturaleza, los árboles, los ríos, las flores... Eso nos lleva a pensar en nuestra propia existencia.
 
-Y todo gracias a que se derrumbó la Torre de Babel.
-Por fortuna sí, porque si no tendríamos una lengua única que nos llevaría al totalitarismo. Hay una multiplicidad de lenguas en las que existe reciprocidad y eso permite una comprensión más profunda de la realidad. Me inquieta mucho ver cómo hay lenguas que desaparecen, porque su desaparición es también la desaparición de un espíritu.
 
-Ha mencionado el discurso conceptual, científico. Mañana se celebran elecciones europeas. ¿Cómo ve el actual discurso político?
-No hay nada más ajeno a la poesía que el discurso político, que lo simplifica todo. En realidad, la poesía es una lucha contra la ideología. Respecto a las elecciones europeas, yo soy favorable a la Unión Europea porque permite la convivencia entre las distintas lenguas, que da lugar al contacto poético. De ahí nace la necesidad de la traducción, porque unifica a esas dos lenguas.
 
-¿Qué le debe usted al español?
-El español me dio una de las grandes lecciones, ya que existen palabras muy fuertes, que remiten a las cosas del mundo, como piedra, sol, río… En francés la relación es menos directa. Haber leído poemas en español fue una experiencia muy rica.
 
-Al escucharle y leerle, da la impresión de que el lenguaje es el creador de nuestra realidad.
-En efecto, la poesía permite encontrar lo real en la vida, en su relación con el tiempo y su discurrir. Eso es algo que solo el lenguaje permite, es un recreador de la realidad.
 
-Este año se celebra el centenario de Octavio Paz. ¿Cómo recuerda a su amigo? ¿Y al poeta?
-Fundamentalmente, amaba y admiraba a Octavio Paz como persona y como autor, que en su caso es algo indivisible, es la misma cosa, son formas inseparables. Apreciaba mucho su obra poética porque en ella había, a la vez, la búsqueda de las cosas fundamentales a través de las palabras y también manifestaba una inmensa curiosidad por las formas, que se manifiesta en la sociedad concreta. Octavio Paz estaba por encima de la expresión poética, no se encerraba en su propia expresión poética, sino que se asomaba a ver cómo esa expresión era apreciada por la sociedad y se dedicó a indagar cómo se había apreciado en la antigüedad y en el mundo actual. Él siempre buscó la verdad poética en el mundo.
 
-Grandes poetas que han influido en su vida y en su obra, como Rimbaud, Baudelaire, Mallarmé, ¿han sido hoy ya reemplazados?
-No. Ellos exploraban las problemáticas fundamentales de manera muy viva, y debemos conservar viva la forma en que buscaron la poesía de las cosas. Pese a la renovación necesaria de la poesía, no debemos olvidar nuestros orígenes. En la literatura contemporánea hay una tendencia que considera que solo existe el lenguaje, pero no es así. Hay que habitar en el lenguaje para no perder el contacto con la realidad. Eso nos recuerdan Rimbaud y Baudelaire: vivir solo en el discurso es pernicioso.
 

El placer de servir

 
 
 
Toda naturaleza es un anhelo de servicio.
Sirve la nube, sirve el viento, sirve el surco.
Donde haya un árbol que plantar, plántalo tú;
Donde haya un error que enmendar, enmiéndalo tú;
Donde haya un esfuerzo que todos esquivan, acéptalo tú.
Sé el que aparta la piedra del camino, el odio entre los
corazones y las dificultades del problema.

Hay una alegría del ser sano y la de ser justo, pero hay,
sobre todo, la hermosa, la inmensa alegría de servir.
Que triste sería el mundo si todo estuviera hecho,
si no hubiera un rosal que plantar, una empresa que emprender.
Que no te llamen solamente los trabajos fáciles
¡Es tan bello hacer lo que otros esquivan!
Pero no caigas en el error de que sólo se hace mérito
con los grandes trabajos; hay pequeños servicios
que son buenos servicios: ordenar una mesa, ordenar
unos libros, peinar una niña.

Aquel que critica, éste es el que destruye, tu sé el que sirve.
El servir no es faena de seres inferiores.
Dios que da el fruto y la luz, sirve.
Pudiera llamarse así: "El que Sirve".

Y tiene sus ojos fijos en nuestras manos y nos
pregunta cada día: ¿Serviste hoy? ¿A quién?
¿Al árbol, a tu amigo, a tu madre?
 
Gabriela Mistral